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18 ago. 2015
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El perfume más caro del mundo no se deja oler

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EFE
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18 ago. 2015

París - El preciado frasco, de edición limitada, tiene una capacidad de 500 ml. y se vende por 200.000 euros. Se sitúa entre los líquidos más prohibitivos del mundo, como el veneno de escorpión o el de serpiente coral brasileña, el LSD, la insulina, el mercurio, la tinta de impresora, el éxtasis líquido, la sangre humana o el esmalte de uñas.

El perfume Opera Prima - Bulgari


El aroma embotellado se puede mirar, pero no oler. Al menos en las Galerías Lafayette de París, donde hasta el próximo 29 de agosto se exhibe el perfume Opera Prima, una creación de Daniela Andrier encapsulada por la cristalería veneciana Venini para la firma romana de fragancias, relojes y joyas Bvlgari (también llamada Bulgari).

Ese elixir de la casa fundada en 1984 en Roma por el inmigrante griego Stirio Bulgari no es un producto destinado al consumidor, ni siquiera a los más exclusivos. Opera Prima se creó en 2014 como reclamo para celebrar el 130 aniversario de esa enseña de alta gama, adquirida tres años antes y por 3.700 millones de euros el grupo francés LVMH (Louis Vuitton, Moët et Chandon, Marc Jacobs, Dom Pérignon, Christian Dior, Kenzo, Guerlain…).

La compra buscaba ofrecer a LVMH una “exposición suplementaria al mercado asiático, locomotora del sector del lujo” donde la filial facturaba un 43 % de sus ventas. Y se ha revelado un éxito: Bvlgari se ha convertido en uno de los pilares del grupo presidido por Bernard Arnaud, que entre enero y junio ha facturado 16.700 millones de euros, un 19 % más que un año antes. LVMH ha duplicado sus ventas en la última década cuenta con 3.772 boutiques en todo el mundo y amasa el 36 % de su volumen de negocios en Asia, que ya es su mejor mercado.
El misterio hecho perfume

La fragancia Opera Prima llega ahora como objeto de culto en un templo del vestir parisino y punto neurálgico para muchos turistas: las Galerías Lafayette del bulevar Haussmann. La alquimista en cuestión, Daniela Andrier, es una alemana de nariz muy fina que estudió filosofía en La Sorbona de París, se interesó por el ámbito de los olores y terminó trabajando como maestra perfumera para el gigante industrial suizo Givaudan. En el seno esa compañía química, que preside su marido, Gilles Andrier, ha creado fragancias para Kenzo, Armani, Gucci… Andrier prefiere trabajar con prisas y lo hace desde casa, para no mezclar el ámbito profesional con el familiar. Se la recuerda por diseñar el perfume de Luna Rossa, la primera fragancia masculina de Prada.

Igual que el cordero de “El Principito” estaba dentro de la caja, el perfume Opera Prima solo existe dentro del frasco y por tanto no he podido olerlo. Puede describirse con la información que proporciona la marca, pero resulta más revelador hacerlo a través de reseñas publicadas en el último año y medio desde París a Kuala Lumpur en en distintos medios de comunicación, que me temo tampoco pudieron olfatear el valioso líquido y se recrearon añadiendo florituras a la ya barroca descripción corporativa.

“Una creación artística inspirada en las nobles ánforas romanas en las que se transportaban piedras preciosas, especias y esencias florales en los míticos caminos de Oriente Medio y Asia”, decía uno. “Una fragancia elegante con notas femeninas y radiantes”, describía otro. Un tercero añadía que en el perfume se aprecian “efluvios de las cestas de limones típicamente mediterráneas”, a lo que otro colega sumaba que el aroma destila “una reminiscencia del Mediterráneo con esencias de limón y naranjo en flor”.

Entre cristales

Descartado contenido, queda hablar del continente. A saber, un frasco con base violácea, peana en rojo coral, cuerpo dorado con aspecto envejecido y cuello y cabeza tocados con brillantes.

Es una edición especial de Venini, taller de maestros que da continuidad a los 600 años de tradición cristalera de la isla veneciana de Murano. Se trata de la fábrica que fundaron en 1921 el anticuario Giacomo Cappellin y el abogado milanés Paolo Venini. Al poco los socios tarifaron y dividieron la empresa en dos. El anticuario quebró, pero Venini siguió abriéndose camino a dentelladas hasta convertirse en uno de los grandes productores de cristal de Murano.

Lo hizo con una firma que presume de caracterizarse por su “reinterpretación de los esquemas tradicionales y su apertura hacia nuevas tendencias artísticas con gran talento en la fabricación”. Y para ello empleó durante muchos años al fallecido Fulvio Bianconi, considerado uno de los diseñadores más innovadores del siglo XX e inventor del “fazzolettto” con sus vasijas irregulares abiertas como moluscos, y también del cristal opaco con burbujas atrapadas en su interior, el “pulegoso”.
La joya aromática del “ménage à trois” entre Bvlgari, Venini y Daniela Andrier, que se exhibirá durante el verano en las Galerías Lafayette, ya está acostumbrada a viajar.

De Abu Dabi a París

El año pasado ejerció como estrella de una muestra internacional junto a 21 de las casas de perfumes más elegantes del mundo en Abu Dabi. Nada menos que para celebrar la inauguración de un ‘duty-free’ en el aeropuerto de esa ciudad árabe, durante la Master of Fragances Exhibition. Me permito dejar el título en inglés porque refleja mejor la imagen que tengo en mente del libertinaje olfativo que compartieron jeques y expatriados en la zona noble del aeródromo de ese pequeño emirato petrolero del golfo Pérsico.

Bvlgari, ahora una de las insignias de la multinacional del lujo LVMH a la que presta su rostro la italo-francesa Carla Bruni-Sarkozy, quiere dejar huella con sus relojes y joyas en el suculento mercado del lujo, que ha pasado de representar 120.000 millones de euros en el año 2000 a 230.000 millones en la actualidad, según datos de la consultora Bain que maneja “Financial Times”.

El especialista romano, bajo control galo, también quiere marcar la diferencia en el efímero ámbito de los aromas pues sabe que quien domina los olores domina el corazón de los hombres, como escribió Patrick Süskind en su aclamada novela “El Perfume”. 

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