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18 jun. 2013
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Loewe, a corazón abierto

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EFE
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18 jun. 2013

Madrid - Pieles de cordero español, de vaca y de cabra junto con otras más exóticas de búfalo de agua, cocodrilo o iguana, se esculpen con forma de bolsos y otros complementos en el corazón de Loewe, que no es otro que el centro mundial de investigación y desarrollo de pieles.

Este espacio, en el que trabajan diseñadores, marroquineros, ingenieros de producto y un sinfín de manos artesanas, se abrió el viernes de manera excepcional al público con motivo de las jornadas "Les Journées Particuliéres", en las que el grupo LVMH abre las puertas de sus casas de lujo en toda Europa.

Foto: lesjourneesparticulieres.com/Loewe


Con alma artesanal y vocación internacional, Loewe se ha curtido en el mundo de la moda abanderando la cultura española, "una fuente de inspiración que ha permanecido a lo largo de su historia, que se remonta a 1846", explicó durante la visita Silvia Soler, responsable de desarrollo de materia prima de la firma.

Una historia que se preserva en los archivos de la casa, en el que se exhiben 500 piezas y se atesoran más de 3.000. "Es un archivo reservado para la formación interna y para los diseñadores, no está abierto al público", ha explicado a Flor Fernández, responsable del museo.

En este espacio, además de encontrase el título de "Proveedor de la Casa Real", que le concedió Alfonso XIII, se hallan herramientas antiquísimas que ponen en valor el trabajo artesanal de la firma, así como un libro de cuentas, pañuelos, bolsos, maletas, artículos de regalo, un ajedrez, maletines de aseo personal y un fabuloso "set" de afeitado realizado en piel de cabra y ternera.

También está la primera colección de bolsos con el anagrama de la firma, realizada en la década de los setenta. "En esa época ya se comercializaba en Japón y era muy importante que identificaran la firma, por eso se realizo una colección en lona y piel", detalla Fernández.

Además, hace hincapié en el mítico bolso "Amazona", el primer bolso blando que realizó Loewe con ante, piel y piezas metálicas.

Tras contemplar algunas de las primeras prendas de prêt-à-porter confeccionadas por Pérez de Rozas, creador que se encargo de la dirección creativa de la firma hasta 1978, se visitó la Sala de la Piel, un espacio en el que el diseño y los técnicos trabajan al unísono.

"Es la primera fase para realizar un producto, aquí se investiga con la piel y se selecciona lo que vale y lo que no", dice Soler.


Centro de investigación de Loewe en Getafe | Foto: lesjourneesparticulieres.com/Loewe

Es el momento en el que los técnicos dan el visto bueno a la materia prima, se estudia la carta de colores y los distintos tipos de acabado. "La piel que utiliza esta empresa es un derivado de la industria cárnica procedente de vaca, cabra y cordero", explica Soler.

Todas proceden de Europa, en España se adquiere la de cordero entrefino, un especie que se cría en los Pirineos y que posee una suavidad extrema. "Es la más deseada por las firmas de lujo", cuenta Soler, a quien también le gusta trabajar con la piel de ternera, que gracias a un exquisito curtido se saca la belleza del interior al exterior.

Pero estas pieles no son las únicas con las que trabaja Loewe. El búfalo de agua, el cocodrilo, la avestruz o la iguana son pieles exóticas que están presentes en este centro. "Todas cuentan con su certificado de procedencia, la mayoría de ellas vienen de granja, donde se tiene un control y son mejor tratados los animales", aclara Soler.

Pieles que, sometidas a distintas técnicas, se consigue que luzcan grabadas, pintadas, impresas, plisadas, en relieve, cortadas al agua o en cordobán, una técnica del siglo XVII, típica de Córdoba, que ha recuperado el actual diseñador de la firma, Stuart Vevers.

"Consiste en mojar la piel, modelarla con una paleta de madera y hueso y rellenar con pasta de madera", desvela Soler, quien asegura que es una técnica muy difícil con la que se pone en valor la tradición en un concepto moderno.

Una vez que la piel es apta y de máxima calidad, en el taller de desarrollo se crea el producto, donde artesanos de gran sensibilidad dan vida a los diseños. "Para un bolso, se suelen hacer entre seis y doce maquetas de cada modelo, y se tarde en desarrollar una media de tres a seis meses", cuenta Soler.

Cuando ya se tiene el prototipo del bolso o de la pieza de ropa, se ponen en funcionamiento patronistas, costureros, especialistas en corte y marroquineros, entre otros muchos artesanos que forman parte del capital humano que se encarga de confeccionar productos de lujo.

Un exquisito y escrupuloso proceso bajo la batuta de la calidad que es capaz de realizar un bolso cada veinte minutos.

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