Si Úrsula ya arrasaba entre las mujeres ahora le ha llegado el turno a los hombres quienes poco a poco escalan posiciones dentro del mundo de la moda y la belleza. Lo que antes tan sólo interesaba a unos pocos se ha descubierto como una de las máximas de los hombres triunfadores, exitosos y deseosos de cambiar la manida imagen que las mujeres tenemos de ellos.

Úrsula Mascaró P-V 2010

Úrsula crea, imagina, diseña y fantasea con un hombre cosmopolita capaz de triunfar, seducir y divertirse. ¿Preparados para viajar con los diseños de Úrsula Mascaró para el hombre del siglo XXI?

Úrsula Mascaró se adentra por primera vez en el mundo masculino lanzando una cuidada colección pensada en los hombres cosmopolitas, urbanos y modernos que buscan diseños diferentes.

Un hombre que pasa de Londres, a Nueva York, a París o Madrid y al que le gusta que se aspecto esté cuidado en cualquier parte del mundo, pero sin olvidar nunca la comodidad y ese toque de elegancia, a pesar de apostar por la modernidad.

Ursula Mascaró ha traslado su experiencia en el sector femenino al mundo de los hombres y por ello, ha utilizado hormas clásicas siguiendo la tradición menorquina, aunque aplicada al siglo XXI e intentado recuperar valores tradicionales, ya que la industria del calzado masculino poco a poco ha ido desapareciendo de la isla.

La nota diferencial de esta primera colección la marcan los exclusivos materiales, como las napas italianas, el tweed o los estampados animales que saltan al mundo masculino creando unos diseños con los que el hombre no pasará desapercibido y que le permitirán aportar a su vestuario un toque diferencial sin dejar de lado la elegancia.

Una completa colección que en la que se pueden encontrar diseños que van desde la línea smoking- classic, hasta los modelos más avanzados de la party-night pasando por los looks más urbanos. Unos diseños que además encuentran su reflejo en el mundo femenino, por lo que el hombre podrá llevar los zapatos en el mismo material que su pareja: un dúo que no dejará a nadie indiferente.

Por Gloria Vázquez Sacristán