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Confeti para celebrar el recuerdo de Sonia Rykiel

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EFE
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4 oct. 2016

Tan solo un mes después de la muerte de Sonia Rykiel, la firma que ella misma creó celebró en su memoria el desfile de la presentación primavera-verano 2017, una celebración de la vida de la modista que concibió su marca y sus diseños de forma femenista e intelectual.

Sonia Rykiel - Spring-Summer2017 - Womenswear - Paris - © PixelFormula


A pesar de que hacía ya veinte años que Rykiel se había alejado de las pasarelas, hoy era una fecha cariñosamente marcada en el calendario por los que admiraron no solo sus creaciones de moda, sino su manera de entender la ropa como una actitud, una herramienta para facilitar el movimiento y la libertad de la mujer.

El recuerdo de Rykiel se ha respirado estos días en París, más allá de la muestra de su nueva línea este lunes: ha sido una semana marcada por el feminismo, reivindicado por Dior el pasado viernes, pero también por John Galliano, Céline o Stella McCartney para los que la costura es en sí un llamamiento al empoderamiento femenino.

El desfile de Rykiel, de la mano de la diseñadora Julie de Libran que tomó las riendas de la casa en 2014, comenzó con once modelos con el pelo cardado a la manera de la fundadora vestidas con bodys negros de punto en los que se leía "Rykiel Forever" en letras de colores.

Poco más había que decir.

La colección fue una oda al "oversize", en la que todo se llevó grande: mangas de elefante, patas de elefante, faldas anchas pero en formas fluidas y tejidos ligeros, como gustaba a la propia Rykiel.

Destacó el color azul marino junto a un blanco hueso que se llevó en total looks aunque tampoco faltaron los estampados de rayas horizontales que caracterizan la marca que impregnaron también camisolas y vestidos en tejidos orgánicos de una forma más original que los clásicos jerséis de punto a los que la firma acostumbra.

Las superposiciones fueron la norma de una línea que respiró Rykiel en cada una de las costuras.

También en la muestra final donde volvieron a desfilar las modelos con bodys negros y varias propuestas de punto con las rayadas de la casa en multicolor bajo una lluvia de confeti plateado: Rykiel para siempre.

A punto de cumplir 60 años, la firma Leonard Paris actualizó algunos de sus diseños más preciados como el estampado floral que adquiere una estética digital en esta colección.

Apostando por rosas fucsias y verdes eléctricos sobre fondos oscuros, Leonard Paris recupera motivos de la jungla como hojas y árboles en tejidos brillantes y deslizantes.

Una mezcla de lujo y "sport", de formas orgánicas y arquitectónicas en chaquetas estilo bomber que se llevan de forma refinada como americanas, al igual que los kimonos, como si se tratara de una bata para ropa interior y las parkas, creadas en organza.

Los vestidos de noche se llevaron plisados y en seda de lamé para añadir un toque delicado a una colección que, desde el lujo, llama a la aventura.

El último turno fue para el colombiano Esteban Cortázar, uno de los jóvenes talentos más admirados de la pasarela parisina a cuyo desfile no faltan empresarios y editores de moda de todo el mundo que no dudaron en aclamar al modista al cierre de la muestra, un gesto que no ocurre a menudo.

A Cortázar le gusta fusionar prendas extremadamente urbanas como pantalones anchos como los que visten los raperos con aperturas laterales, botones y campanas con otras piezas mucho más sofisticadas como tops con lentejuelas o joyas incrustadas en la ropa.

Este gesto se está convirtiendo en la firma personal del colombiano que fuera director creativo de Emanuel Úngaro antes de dedicarse de lleno a su propia marca creada en 2002 cuando contaba tan solo con 18 años.

En esta colección, Cortázar mezcló el estilo surfero de las playas de Miami con sus visiones en un viaje a Tiruvannamalai, en India, donde las combinaciones de prendas deportivas con la vestimenta tradicional que visten los niños del pueblo impactó al diseñador.

Por eso Cortázar propuso colores cargados de energía como el verde, el rojo o el rosa en satén, denim o neopreno para formar siluetas similares al sari, el vestido tradicional de la India.

Los tops se llevaron pegados al cuerpo así como elegantes y modernos vestidos con aplicaciones de cuero en un efecto patchwork que simulaba la escritura tibetana. 
 

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