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Hernandez Sebastian
Publicado el
10 abr. 2017
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Incluso después de 20 años, Sarah Andelman niega que Colette sea una marca

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Hernandez Sebastian
Publicado el
10 abr. 2017

Sarah Andelman nunca se detiene. Su famosa tienda Colette, que fundó con su madre Colette Roussaux, celebró su vigésimo aniversario el mes pasado con una Beach Party en el más famoso museo de París. Pero al siguiente domingo el personal de la tienda hizo lo mismo que cada domingo: quitar la instalación del escaparate para reemplazarla con una nueva y llamativa vitrina. En esta ocasión, se trató de una serie de muebles personalizados exclusivos de Ikea con el logotipo de Colette: dos puntos azules.

La fundadora de Colette, SarahAndelman, nada entre 300 bolas reciclables en The Beach​ - Colette founder Sarah Andelman swims among 300 recycable balls in The Beach


Francia está repleta de instituciones imperdibles, que van desde el Louvre hasta el Palacio de Versalles, que atraen a millones de visitantes. Pero es casi seguro que los 700 metros cuadrados más populares del país más visitado del planeta pertenecen a Colette. Es un destino legendario, cuyas bolsas de compras y múltiples asociaciones de co-branding cuentan con su famoso logo. Sin embargo, según Sarah, extrañamente, Colette nunca ha sido y nunca será una marca.
 
"Sé que tenemos un logotipo, pero en realidad no somos una marca y no queremos serlo", insiste Sarah en una conversación abierta sobre su tienda, el e-tailing, el colapso casi inmediato de Style.com y el hecho de ser una curadora cultural.

Sarah de Colette, como todo el mundo la llama, es también un icono al igual que su propio emporio. Esta semana, por ejemplo, el artista Christoph Niemann adornó la escalera central de metal con el logotipo de los dos puntos, mostrando los puntos como flores silvestres que él y una mujer joven y delgada en zapatos bajos y una falda hasta la rodilla, obviamente Sarah, se encargan de plantar.
 
"No somos una marca; somos un espacio, un punto de encuentro. No quiero ser una marca. Intento desaparecer por debajo de las otras marcas. No tenemos la legitimidad para ser una marca", insiste.
 
Para su vigésimo aniversario, Colette se ha asociado con la marca de zapatos de bailarina Repetto; Jean Jullien; los encendedores Bic; las zapatillas Nike Air Woven; las gafas de sol Ahlen; las sandalias Joshua Sanders X Smiley; y los muñecos Peanuts, Snoopy y Woodstock, entre muchos otros. Todos llevan el emblemático color azul cobalto de Colette.
 
"No lo hacemos solo por el hecho de tener colaboraciones, sino porque tiene sentido. Recibimos muchas propuestas. En un momento decidimos hacer una camiseta por mes porque la gente seguía preguntándonos: '¿Podemos por favor hacer una camiseta de Colette?' Así que empezamos con Jeremy Scott y la gente seguía pidiéndonos una camiseta con un logotipo de Colette, y yo no quería hacer eso. Tenemos nuestra firma - el punto azul - pero no soy pro-logotipo. No me importa si nuestro punto se pierde en el confeti", dice Sarah Andelman, para llamarla por su nombre de casada.
 
El año pasado, un 25% de las ventas se realizaron a través de Colette.fr. "Hicimos una experimento temporal con Style.com. Pero no fue muy satisfactorio. Hicimos una prueba y nos detuvimos. ¡No había ventas! Pensé que Style.com era un nombre tan mágico que le iría muy bien. Pero no fue así. Todo esto de Net-a-Porter y Farfetch es todo un misterio, para ser honesta. Todos gastan tanto dinero en comunicaciones, ¡todos ellos!, por lo que tienen la obligación de vender mucho", dice encogiéndose de hombros.

Foto de Sarah Andelman – look de Fenty x Puma by Rihanna en París en marzo pasado


 
Desde que abrió sus puertas en 1997, el nombre de Colette se ha convertido en sinónimo de las compras sofisticadas y no hay quien no se sienta halagado al recibir un paquete que lleva el nombre de Colette. En sus inicios, su mezcla de alta moda de vanguardia, zapatillas hipster, camisetas divertidas, productos de belleza, tecnología de punta, joyas finas, libros de fotos y revistas indie parecía una ecuación dudosa. Algo así como una variedad de uva de más en una boutique de vinos. Pero las cajas registradoras han estado sonando desde el primer día. Después de lo que deben ser más de 100 visitas a Colette en dos décadas, este autor nunca ha visto la tienda sin colas a la hora de pagar.
 
En cierto sentido, aquí siempre se ha escrito la historia. A menos de 100 metros de distancia, en 1795, un joven coronel Napoleón ganaba fama por disparar su cañón sobre los insurgentes realistas fuera de la cercana Iglesia Saint-Roch. Al igual que Bonaparte, madre e hija son voluntariamente independientes, rechazando múltiples ofertas para abrir franquicias Colette o licenciar su nombre, y con ellas el modelo de negocio de las marcas de lujo francesas durante el siglo pasado. Y en la tierra con la mayor selección de vinos del mundo, ¿qué abren en medio de París? Un bar de agua que, nuevamente, siempre está lleno.
 
"Nos mudamos a un piso en este mismo edificio en 1997. Todos los días caminábamos frente a él y siempre estaba vacío, vacío. Así que un día pensamos en juntar cosas que nos gustan: productos que no pudimos encontrar en París; cosas que vimos en Joseph en Londres; zapatillas o relojes de Tokio; productos que nos encantan de Nueva York como Kiehl's. Cuando abrimos por primera vez, los grandes almacenes en París ya eran algo antiguo", dice Sarah, vestida con un top de Written Afterwards, una falda de Erdem y zapatos de Simone Rocha.
 
La marca, porque eso es precisamente lo que es Colette, celebró su vigésimo aniversario con su tradicional excentricidad con The Beach, una gigantesca instalación dentro del Louvre con 300.000 bolas reciclables que simulaban el mar en un diseño de Snarkitecture. Colas de niños y padres rodearon el museo durante toda la semana del evento.
 
En cierto sentido, Sarah es una gran editora de moda contemporánea, que nunca editó realmente una revista verdadera. "¡Sí! Elegí las ventanas y son como la portada de una revista. Y tenemos páginas de moda, páginas de belleza y páginas de diseño. Y recetas de restaurante. Es como una revista semanal; ¡e incluso tenemos un boletín de noticias!", dice sonriendo.
 
"La gran diferencia es que aquí soy totalmente libre. Cada temporada cuando hago mi selección comienzo de cero. Hay algunas marcas que ofremos desde el primer día, pero luego empiezo con una nueva marca o retiro alguna que se ha vuelto repetitiva. Mientras que tengo la sensación de que los editores tienen que ver tooooodas las marcas. Y eso debe ser agotador. Pero creo que la gente siempre va a querer revistas. Necesitamos revistas y vendemos muchas de ellas. Y si se están muriendo, ¿por qué sale una nueva cada mes?", dice Andelman, quien transformó su equipo de madre e hija en una empresa de más de 100 personas.

Virtualmente todas las marcas de lujo han estado en Colette, aunque en un momento Balenciaga, bajo Nicolas Ghesquière, se negó a estarlo. "Con Nicolas, fue una razón política. Pero con Demna Gvasalia tuvimos a Vetements y ahora es genial poder mezclarla con Balenciaga", opina la madre de Woody, su hijo de cuatro años con Phillip Andelman, director de cine con otra vida.
 
El mes pasado, Phillip inauguró G Bake Shop, que ofrece galletas y pasteles americanos en el 71 rue Greneta, cerca de la calle del mercado de alimentos Montorgueil. Aunque está basada en París, dice que su casa de fin de semana es "en las afueras cerca de Woodstock", donde Philippe tiene una casa en Catskills.
 
"Ahora que soy mamá, de hecho tomo descansos”, dice, aunque rara vez parece dejar Colette excepto en viajes de compras o para asistir a desfiles. Por las tardes, se la puede encontrar en sus restaurantes favoritos alrededor de Palais Royal, como Verjus, o el restaurante clásico japonés Kunitoraya o Clover Green, el nuevo espacio de Jean François Piège.
 
"Soy buena para comer; mi esposo es quien cocina", dice con una sonrisa.

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