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17 mar. 2021
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La cosmética sostenible gana un mayor posicionamiento

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AFP
Traducido por
Hernandez Sebastian
Publicado el
17 mar. 2021

Champús sólidos “libres de desechos”, embalajes reciclables, ingredientes naturales provenientes de industrias sostenibles: la industria de la cosmética busca expandirse cada vez más en los asuntos medioambientales y del cuidado de la salud.


Jabones hechos a mano para la marca Route Mandarine; foto tomada el 7 de junio de 2018 en una boutique de Porspoder (Finisterra). - AFP/Archives


El discurso sobre la sostenibilidad ya no proviene solo de marcas pequeñas y tradicionales. L'Oréal acaba de recordar su objetivo de "95 % de ingredientes de origen orgánico, derivados de minerales abundantes o procesos circulares" para 2030. El gigante francés, cuyas ventas rondaron los 28 000 millones de euros el año pasado, también lanzó hace dos años una web para responder preguntas del público sobre los ingredientes utilizados.

El gigante estadounidense Coty también ha incorporado criterios ambientales y sociales en el desarrollo de sus nuevos productos. Recientemente anunció una asociación con LanzaTech, especializada en la producción de etanol a partir de gases residuales reciclados.

La suiza Givaudan, número uno mundial en perfumes y fragancias, lanzó este lunes una herramienta para que los creadores de perfumes evalúen ingredientes y fórmulas desde el punto de vista de su biodegradabilidad o su carácter renovable.

La pequeña marca bretona especializada en productos de limpieza Briochin (que genera ventas anuales por 35 millones de euros) lanzó en 2016 una gama de cosméticos etiquetados como 100 % orgánicos.

La marca ofrece champús sólidos, "barritas" de aseo multiusos y "fórmulas sencillas para varios usos, con menos productos pero destinadas a toda la familia", explicó Caroline Cantin, subdirectora general.


"Factor clave" para algunos consumidores



Los productos orgánicos y naturales certificados todavía representan una pequeña parte de las ventas de cosméticos en Francia: solo el 6,4 % o 970 millones de euros en 2020, en un mercado estimado en casi 16 000 millones de euros, según la firma Xerfi.

Pero en un momento en el que la demanda de productos de belleza en los mercados maduros está estancada, "el segmento orgánico es uno de los que más crecimiento genera en términos absolutos", dijo Benoît Samarcq, encargado de estudios económicos de Xerfi, evocando el 8 % del año pasado.

Los foros de belleza están llenos de testimonios de consumidores como Nina, quien cuenta en Beauté Test que "se encontró con un informe (...) que hablaba de los ingredientes nocivos presentes en los cosméticos. Esto me hizo pensar, ya que estaba intentado quedar embarazada, me dije que quizás ahora sea el momento de tener más cuidado".

Las aplicaciones de consumo populares como Yuka también están interesadas en escanear las listas de ingredientes cosméticos en busca de productos potencialmente dañinos y ayudar a cambiar los hábitos.

"Incluso antes de la pandemia, vimos un aumento de las inquietudes en materia de salud", observó Hervé Navellou, director ejecutivo de L'Oréal France.

“Los consumidores, en particular la Generación Z y los millennials, ya consideran la sostenibilidad como un factor clave en sus decisiones de compra”, afirmó también en un correo electrónico a la AFP Thierry Molière, jefe de investigación de Coty.


¿Cuál es el compromiso real?



Ante esta "tendencia subyacente real", la industria se ve obligada a adaptarse, según Mathilde Lion, experta en belleza de NPD Group: "Hace diez años, eran las marcas las que difundían su mensaje. Ahora, los consumidores han tomado el poder y tienen estas expectativas. Depende de las marcas responder a ellas", aseguró.

Como mínimo, los grandes actores "deben tener iniciativas en pro del medio ambiente o a favor de una mayor transparencia", coincidió Benoît Samarcq.

Queda por ver cuál es el compromiso real detrás de la retórica del marketing.

"El hecho de que una compañía adquiera a una marca orgánica o use plástico de origen ecológico no quiere decir que esto sea suficiente”, aclaró Romain Ruth, presidente de la asociación Cosmébio, una firma de etiquetado de cosméticos que reúne a más de 450 compañías del sector en Francia.

"Hay que analizar las etiquetas en busca de compromisos, ya sean legales o científicos", añadió.

Esto también puede permitir una mayor claridad para los consumidores ante la enorme cantidad de etiquetas que resaltan una cierta naturalidad del producto: etiquetas como por ejemplo Cosmébio, Natrue o Ecocert que van "más allá de la norma ISO 16128 relativa a la cosmética ecológica, publicada en 2017", comentó Benoît Samarcq.

Según esta norma, acusada por sus detractores de promover el "lavado de imagen verde" (greenwashing), un ingrediente se considera un derivado natural en cuanto contenga más del 50 % de materiales naturales. El resto puede proceder de la industria petroquímica.

"Obviamente, este no es el caso de las etiquetas y puede resultar confuso para los consumidores", reconoció Samarcq.

 

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