Es una temporada de gran precisión en la Alta Costura de París, y más en Givenchy, donde la modista de la casa, Clare Waight Keller, realizó una memorable acumulación de elementos elegantes, pero no conservadores.
El látex también envolvía los torsos y cubría brazos y piernas.
"Mi tejido de Alta Costura. Una sensación de segunda de piel que aporta mucha modernidad", señaló Waight Keller sobre el látex.
Este elemento se vio en el look de apertura, leggings negros de látex, preparados por Atsuko Kudo para Givenchy, combinados con un blazer negro inmaculado terminado con una solapa blanca en un lado y en el otro con cuello Nehru.
Su programa mencionaba volúmenes de ingeniería y la modista británica ofreció vestidos de cóctel súper finos, cortos y con la parte de la espalda y los lados cortados, y hechos con encaje de guipur blanco. El mismo material usado en un perfecto abrigo-vestido, también llevado con unos leggings negros de látex y una camiseta sin mangas.
Desprovisto de estampados, pero lleno de amarillos ácidos, rojos primarios y púrpuras intensos, todos usados con gran efecto. Incluso reinventó el lazo, un viejo truco en la Alta Costura, haciéndolos volar con proposiciones gigantescas y emparejándolos con mochilas a juego. Sí, mochilas en Alta Costura. Improbable pero, de alguna manera, funcionó.
“Quería empezar con nada y luego meter colores y técnicas increíbles”, insistía Waight Keller en un backstage completamente blanco.
Teniendo en cuenta que su anterior show de Alta Costura había sido un homenaje al fundador Hubert de Givenchy, volver a la nada tenía sentido en esta ocasión.
Durante el show, el ambiente se acentuaba con la banda sonora de Montserrat Caballé, que llegaba a las notas más altas cantando "Vissi d'arte" de la Tosca de Puccini dentro de la Royal Opera House en Covent Garden.
En el backstage, como es su costumbre, un conjunto de más de una docena de críticos de la Commonwealth británica engulló a Waight-Keller en alabanza. Sin embargo, este evidente despliegue de nacionalismo no despistó del hecho de que había sido una declaración de moda tremenda. Lo que cumplió la primera regla de la Alta Costura: avanzó la moda autóctona con belleza y extravagancia.