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23 mar. 2018
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La paradoja de Margiela, el conquistador anónimo de la moda parisina

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EFE
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23 mar. 2018

Pese a su rechazo a aparecer en la prensa y a mostrarse en sus desfiles, el diseñador belga Martin Margiela ha conquistado París casi una década después de retirarse de las pasarelas, al acaparar las dos exposiciones de moda más relevantes del año.



Tres semanas después de la apertura de la primera retrospectiva de su obra en el Museo de la Moda de París (Palais Galliera), el Museo de Artes Decorativas (MAD) inaugura este jueves la muestra "Margiela, los años Hermès", que pone en perspectiva su trabajo como director creativo en esa "maison" francesa, entre 1997 y 2003.

"Es una situación inédita que coincidan dos exposiciones en París, teniendo en cuenta la discreción del artista", declaró a la prensa el presidente del MAD, Olivier Gabet.

En 1987, cuando el Palais Galliera se conformaba con un reconocimiento marginal en el mundo de la moda y se dedicaba a recuperar vestimenta histórica, una de sus trabajadoras, Marie-Sophie Carron de la Carrière, decidió darle un nuevo impulso trabajando en la creación de una colección contemporánea.

De la Carrière, comisaria ahora de la exposición del MAD, recuerda cómo su encuentro con el joven Margiela, en 1988, resultó clave en ese logro gracias al enorme interés que el belga puso en la institución, a la que ayudó además donando algunos de sus diseños.

Para la conservadora, la particular forma en la que el belga se pronuncia en 2018 podría responder a la necesidad de decir finalmente: "Esto es lo que he hecho".

Margiela, que cumplirá 61 años el próximo abril, ha participado en la organización de las dos exhibiciones -que según sus organizadores son complementarias-, implicándose al máximo en la instalación para transformar la visita en una experiencia comprensible para el público.

En el caso del MAD, que acaba de cerrar una amplia retrospectiva sobre los 70 años de historia de Christian Dior -récord de visitas con cerca de medio millón de asistentes-, Margiela decidió imitar el mismo recorrido que proponía su antecesor en el museo.

A lo largo de dos plantas, el abismo que separa la línea tradicional de Hermès y el rupturismo que supuso la llegada de Margiela, señalado como el diseñador más influyente de su generación, se hace minúsculo.

Los asistentes se encontrarán con un recorrido dividido en un pasillo blanco -el color que distingue a Margiela- y otro naranja -el de Hermès- para entender las diferencias de estilismo entre los diseños que concebía para su propia marca y los que creaba teniendo en cuenta los archivos de la "maison" francesa.

La decisión de fichar a Margiela de Jean-Louis Dumas, presidente de Hermès -fundada en 1837 y famosa por sus líneas de marroquinería y sus pañuelos estampados de seda-, sorprendió a críticos y periodistas, que todavía asistían confundidos a los desfiles del creador emergente en los lugares más "underground" de París.

"Esta exposición -abierta hasta el 2 de septiembre- es una oportunidad de mostrar cómo un diseñador puede llegar a desarrollarse dentro de una marca tradicional, y cómo los dos mundos dialogan y se inspiran mutuamente", dijo Gabet.

Para De la Carrière, la mezcla fue un éxito siguiendo el axioma de que polos opuestos se atraen: Margiela simplificó las etiquetas, abandonó el estampado de los pañuelos (llamados "Carré") y se centró en las ricas materias de la firma, que modelaba a su antojo en piezas prácticas que podían llevarse de distintas formas.

Al final, introdujo los "Carré" pero los utilizó como blusas, quitó las hebillas de la casa y las cambió por botones de seis agujeros en los que aparecía cosida una discreta "H", y, sobre todo, utilizó las claves de su propia firma en la gama del lujo más clásico.

La paradoja del creador más misterioso, fue triunfar en una de las marcas más aristocráticas. Su paradoja, a día de hoy, es ser el centro de las miradas sin haber siquiera dado la cara.

 

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