Por
EFE
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Publicado el
22 feb. 2010
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Lanas sedas y pieles se imponen con fuerza en la pasarela Cibeles
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22 feb. 2010
22 feb. 2010
![]() Miriam Ocáriz- Cibeles 2010 |
Miriam Ocáriz se mueve en la contradicción y combina el futurismo geométrico con una ingenuidad propia de Caperucita para una colección delicada a la vez que agresiva. Y lo hace de forma brillante con la superposición de prendas y tejidos.
Así, hay vestidos y faldas fruncidas con vuelo en lanas y en baquilla mezclada con lurex para conseguir el aspecto "chanel". Pero también vestidos muy ceñidos de punto que describen líneas con lentejuelas o retales de gasa estampados en tonos oscuros y con matices cereza, azul y verde.
Ocáriz resalta la cintura, lo que aporta feminidad a prendas en tweed, brocados y gales. Los abrigos adquieren volúmenes propios en la espalda y se ajustan en las caderas.
La diseñadora optó por los grises y los negros así como por el dorado y el naranja y lanzó su colección de zapatos, estéticamente maravillosos pero no muy cómodos a juzgar por la trayectoria de las modelos.
Ana Locking aprovecha un momento de felicidad vital para inyectar optimismo a través de una intensa paleta cromática -naranjas, celestes, rosas que evolucionan hasta los estampados finales- a su colección, un canto a un "destino circular".
La diseñadora utilizó patrones y tejidos clásicos (satén, crepé de seda y de lana), muy femeninos y que marcan la cintura, pero le añade constructivismo formando puzzles de piezas geométricas en vestidos, faldas y chaquetas.
Tres apuestas especiales sobre la pasarela, en la que hubo propuestas para los chicos: bisutería "efímera" hecha a base de cera y latón, vainica artesanal y prendas multicolor de papel encapsulado entre organza de cristal transparente que pretenden tener la apariencia de un lienzo.
Por contra, un sobrio Lemoniez buscó el "lujo oculto" con vestidos de corte suave y siluetas anchas pero fluidas. Los patrones estructurados se rompen con aberturas que maquillan la sencillez en abrigos, capas y vestidos de media altura.
Los trajes de chaqueta y los negros vestidos de noche -largos hasta los pies- son más ceñidos. Tonos empolvados y dorados, beige, rosa pálido, berenjena y visón. La intensidad sólo aparece con el negro y el amarillo de blusas seductoras.
Cerró la jornada, en el programa off, María Lafuente con un "grito al optimismo". Desde el negro inicial, las prendas estructuradas hacen un viaje hasta el blanco visitando marrones, beiges, magentas y naranjas.
Lanas confortables y pieles son esenciales para Lafuente, para quien el pintor Pedro Sandoval ha trabajado unos cueros que ella ha transformado en prendas.
José Miró abrió la jornada apostando por los irisados y las lentejuelas combinadas con tejidos nobles para dar a luz amplios vestidos, ajustados pitillos y cortas faldas.
El pantalón fue el protagonista de la colección de Ailanto: diferentes volúmenes, largos y texturas se gestan para lograr un look juvenil y algo excéntrico.
El universo de Lydia Delgado se recrea en jerséis de lana combinados con faldas de lentejuelas y un toque lencero, blusas de crepé de seda marfil y vestidos sirena de seda, con hombreras superpuestas de pelo artificial.
Los abrigos de paño cubren centelleantes vestidos de noche, blusas de aire retro y jerséis rematados con grandes lazos.
David Bowie y los años 80 fueron la fuente de inspiración de la colección de Kina Fernández (en la que ha participado activamente su hija, María Álvarez), en la que destacan los abrigos de volúmenes amplios.
Tejidos gruesos y lanosos se unen a la perfección con recogidos naturales en ligeros vestidos de seda y chaquetas.
Violeta Molina
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