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AFP
Traducido por
Ana Ibáñez
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31 mar. 2022
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Las fibras de algodón también contaminan nuestros mares

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AFP
Traducido por
Ana Ibáñez
Publicado el
31 mar. 2022

Los filtros de micropartículas instalados en un monocasco durante la última edición de la Vendée Globe ofrecieron a los científicos una fotografía única de la contaminación por residuos plásticos en zonas remotas. Recogieron principalmente fibras de algodón, otra prueba del impacto que tiene el ser humano sobre los océanos.


Foto no contractual. - Shutterstock


En otoño de 2020, el navegante francés Fabrice Amedeo emprendía la famosa vuelta al mundo en solitario.

A bordo de su Imoca, además de los dispositivos para medir el CO2 y la temperatura del agua, hay un sensor más original: bombea el agua de mar a través de la quilla que luego pasa por tres tamices de 300, 100 y 30 micras que atrapan los microplásticos. El experiodista tiene que cambiar los filtros cada 12 horas y guardarlos hasta su regreso a tierra.

Su viaje terminó antes de lo previsto, con una retirada el día 33. Un "mal recuerdo", dijo entonces en una rueda de prensa. Pero una experiencia "interesante" para los científicos, con una vuelta al mundo que se transformó en una circunnavegación del Atlántico. El patrón no olvidó su misión oceanográfica de regreso a Francia: recogió 53 muestras en total.

Armados con pinzas, los científicos de varios centros de investigación franceses dedicaron meses a clasificar las partículas recogidas por el filtro más grande, de 300 micras. Un día de trabajo por cada tamiz.

Más del 60 % de las muestras contenían al menos un microplástico, principalmente PET y polietileno. Esto no es ninguna sorpresa si tenemos en cuenta que estas partículas, que proceden de la degradación de bolsas, botellas, pajitas y diversos tipos de envases, se han encontrado en los ecosistemas más remotos, hasta en la Fosa de las Marianas, la más profunda conocida.

Sin embargo, lo "más interesante fue que encontramos fibras en casi todas las muestras, en concentraciones mucho más elevadas, y detectamos una alta proporción de fibras de algodón", probablemente de origen textil, ha explicado Catherine Dreanno, investigadora del Ifremer, a la AFP.

Las muestras contienen el doble de fibras de celulosa (el principal componente de las plantas) que de microplásticos, con una concentración media de 5,4 fibras/m3 por 2,1 microplásticos/m3.


Tóxico para las gambas


 
La ciencia ya ha demostrado que las microfibras sintéticas de la ropa de poliéster, nylon y acrílicos, que desprenden nuestras lavadoras, son una fuente importante de contaminación por plástico en los océanos.

Pero esta campaña demuestra que los textiles fabricados con materiales naturales no se quedan atrás, ya que un análisis del filtro de 100 micras muestra una "proporción aún mayor", señala Catherine Dreanno.

"No por ser fibras de origen natural dejan de ser tóxicas. Pueden contener ciertos compuestos tóxicos, como pigmentos colorantes, y absorben los contaminantes del medio ambiente", insiste.

Ya sean sintéticas o naturales, estas fibras pueden obstruir el sistema digestivo de los pequeños crustáceos que las ingieren. Es como si un humano se tragara una cuerda.

Algunos estudios ya habían demostrado la presencia de fibras de origen natural en el mar, especialmente en las profundidades del Mediterráneo.

Pero su presencia en el subsuelo atlántico "nos intriga", sostiene Catherine Dreanno, refiriéndose a un posible "nuevo indicador de contaminación", cuya detección ha sido posible gracias a las nuevas técnicas de muestreo y análisis.

"Hay que reducir la contaminación en su origen", insiste Jérôme Cachot, de la Universidad de Burdeos. "No podemos acabar con todas estas fibras mediante filtros en las lavadoras", sino que aboga por limitar los aditivos en los textiles de algodón, como tintes, nanoplásticos y biocidas.

Otra cuestión que surge en relación con los microplásticos es su extraña distribución espacial.

Sabemos que la distribución de los microplásticos en el océano no es homogénea. Se aglutinan en determinadas zonas por el efecto de gigantescos remolinos formados por las corrientes marinas (giro oceánico), como el famoso "Gran Parche de Basura del Pacífico".

"Donde nos habría parecido bastante legítimo tener concentraciones muy elevadas, en el giro subtropical del Atlántico Sur, es más bien donde encontramos el número mínimo de partículas", comenta Christophe Maes, investigador del IRD.

"Tenemos nuevos datos, pero sobre todo nuevas preguntas", finaliza. Los científicos esperan con interés las próximas carreras de Fabrice Amedeo.

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