Louis Vuitton dibuja un futuro que vuelve a estar a la moda

Louis Vuitton volvió a ocupar el Louvre esta temporada y dejó que un museo rival, el Centro Pompidou, invadiera tan augusta institución. El diseñador de ropa femenina de la casa, Nicolas Ghesquière, construyó una carpa gigantesca en el interior del Cour Carrée (patio cuadrado) del museo y en dos de sus lados instaló una réplica del exterior del Centro Pompidou, conocido por los parisinos como Beaubourg. Hasta los asientos coincidían con el rojo intenso de los paneles eléctricos.

Fue una declaración visual sorprendente de la intención de Ghesquière: asaltar el armario de las mujeres francesas y proyectarlo en el futuro.

Incluso hizo a las modelos desfilar en torno a las cabezas del público, corriendo bajo la réplica del Pompidou, un edificio legendario de Richard Rogers y Renzo Piano, en el que las entrañas del edificio como los conductos de aire, tuberías y líneas eléctricas se sitúan en el exterior.

Ghesquière también dejó salir todo en este desfile. Más de una docena de vestidos plateados acabados con ríos de seda y volantes de gasa metalizados. Vestidos con grandes volantes sobre los hombros y espaciosos bolsillos tipo parche. Material suficiente para una cortesana isabelina y actitud suficiente para un pirata de Star Wars.

Una versión moderna de la Era Espacial con un toque funky realzado por el casco (la mayoría de las modelos llevaban casquetes de cuero negro). Por cierto, quien quiera que estuviese a cargo del casting merece el equivalente de la moda al Premio Pulitzer: la selección de modelos más original de cualquier desfile europeo.

Aunque el diseñador francés alcanzó su mejor momento al retomar la idea de un coche de carreras con el que jugó por primera vez en una colección crucero de Vuitton presentada en Mónaco. Esta temporada trajo monos fantásticos terminados con cremalleras diagonales, faldas de cuero de bandera a cuadros y cazadoras moteras sobresalientes. Un éxito de ventas seguro.

Además, el desfile puede presumir de presentar, de lejos, la mejor propuesta de calzado de la temporada: los botines con ojales, una especie de fusión entre Lucky Luke y un paje medieval.

Con demasiada frecuencia la moda presenta un futuro familiar: una amalgama de Flash Gordon y André Courrèges. Pero no esta noche en Vuitton, donde vimos un futuro sorprendentemente nuevo y desconocido. Por lo tanto, aunque se tratase de una colección errática con algunas meteduras de pata, a veces intencionalmente experimentales, fue una declaración de moda muy importante, una colección influyente y un presagio de lo que vendrá en el mundo del lujo y el estilo.

Como siempre, Nicolas contó con una primera fila llena de estilo: Alicia Vikander, Jennifer Connelly, Sienna Miller, Thandie Newton y Emma Stone. Aunque brilló por su ausencia el hombre más importante de la empresa: Bernard Arnault, presidente y principal accionista de LVMH, cuya marca más rentable es Vuitton.

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