Maison Margiela celebra su nueva sede en París con una colección Posh Punk
Maison Margiela inauguró su nueva sede en París el domingo por la noche y anunció algunas mejoras. John Galliano celebró la mudanza con su última colección, un homenaje deconstruido y elegante a la reina del punk, Jordan Mooney, fallecida el año pasado.
La sede histórica de Margiela era una vieja escuela situada en el distrito XI. Ahora, su cuartel general es un esplendoroso edificio haussmanniano situado en la Place des États Unis, en el distrito XVI. El edificio, antigua sede de Pernod Ricard, está situado frente a Baccarat, la cristalería con más estilo de Francia. Una enorme estatua ecuestre de bronce de George Washington se alza al final de la avenida.
La mudanza supone triplicar el tamaño de la sede de Margiela hasta los 7000 metros cuadrados, espacio suficiente para 220 empleados. Esto ayudará a impulsar el crecimiento futuro y forma parte de unas inversiones anuales de capital que rondan los 20 millones de euros.
Fiel a la costumbre del fundador, el "diseñador invisible" Martin Margiela, Galliano no salió a saludar. Se lo merecía por esta colección de prêt-à-porter femenino que presentó, curiosamente, como colofón de la temporada parisina de moda masculina.
No hubo programa ni forma de interrogar al diseñador, pero las referencias a Jordan Mooney, la proclamada reina del punk, fallecida en abril de 2022, eran evidentes.
Desde el pelo de punta o los diseños gráficos faciales, hasta las medias de rejilla cortadas a media pantorrilla; bragas a modo de minifalda y sombreros estrafalarios con escarapelas, la influencia de Jordan estaba clara.
Sin embargo, Galliano lo llevó todo a una nueva dimensión con magníficas gabardinas; enormes abrigos acampanados de cuadros volados; corpiños dramáticos y vestidos tipo cóctel de tul.
También mostró magníficos impermeables y abrigos de invierno, cortesía de una colaboración con Pendleton, e incluso cosió la etiqueta de la marca americana en un lugar destacado del exterior de varios de sus looks.
Antes del desfile, Renzo Rosso, el multimillonario de la moda italiana cuyo imperio engloba Diesel y grandes marcas de moda indie como Margiela, Marni, Jil Sander y Viktor & Rolf, estaba eufórico.
"Seré sincero, queríamos quedarnos en el número 11 de la antigua escuela por una cuestión emocional. Pero no quisieron vendernos el edificio y hay muy pocos edificios grandes en esa parte de la ciudad. Así que nos mudamos aquí y tiene muy buena pinta", comentaba Renzo con una copa de champán Laurent Perrier en la mano.
Para celebrar el traslado, el taller del sótano se convirtió en una instalación artística con butacas de cine, proyecciones de vídeo, maniquíes que lucían la colección actual y un descapotable americano maltrecho (con más maniquíes) que colgaba espectacular de una pared.
Bajo la dirección de Gianfranco Gianangeli, el negocio de Margiela está en pleno auge, mientras la marca amplía su red de tiendas, moderniza las existentes y sube los precios.
"Hemos triplicado las ventas en los últimos tres años", insistía Gianfranco Gianangeli, muy elegante con un traje de doble botonadura en cuyo ojal lucía una versión en miniatura del logotipo de Margiela.
La gente olvida a veces, que además de tener una imaginación enormemente fértil, Galliano también puede ser un diseñador muy comercial. Destilando con cautela las fantasías de John, su estilo teatralmente vanguardista y su versión deconstruida del ADN conceptual de Margiela, los directivos italianos han conseguido que las ventas anuales se acerquen a los 400 millones de euros.
Es un logro impresionante. Un logro que se celebró esta noche con la inauguración de la nueva sede, con un cóctel posterior al desfile en el jardín de la azotea con unas maravillosas vistas de la Torre Eiffel.
Lástima que John no pudiera acudir y disfrutar de una copa, o dos.
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