3 minutos
Miu Miu hace un guiño a Marruecos en la pasarela
La autoedición, un talento con el que pocos diseñadores están bendecidos, y por el que emplean a estilistas para ayudar a perfeccionar sus visiones, fue la clave de la última colección de Miu Miu presentada el martes, el último día de la Semana de la Moda de París.
Además de ser una gran diseñadora, Miuccia Prada es posiblemente la mejor editora de sus propias ideas en la moda. Eso quedó claro en esta declaración contemporánea de Miu Miu, sobre cómo vestir con estilo clásico sin parecer aburrido.
La mayor parte de la selección de prendas era más bien tradicional de Miu Miu, pero todas ellas presentadas en un conjunto novedoso. Lo que los franceses llaman “bon dosage” (buena dosis).
Su elección clave de material fue el caqui militar, que se vio en los looks de apertura de los pantalones de pata ancha y los shorts coloniales cortados por la rodilla, con los enganches del forro interior visibles.
En todos los looks aparecía un logotipo: en el pecho de las camisas preppy abotonadas, en las lengüetas de las zapatillas de deporte blancas deliberadamente deshilachadas, en las hebillas de los zapatos kitten heel o en las bandas de la ropa interior que asoman por encima de las faldas plisadas. Hubo elementos varoniles en todo el desfile, con bombers universitarios de ante, suéteres de cachemira del campus con cuello en V y calcetines grises muy nerds.
Sin embargo, la chica Miu Miu siempre será la hermana menor más traviesa de la princesa Prada. Y no teme presumir de buena figura mientras la tenga. Así, para la próxima primavera saldrá con camisas blancas o suéteres trenzados de Aran cortados horizontalmente por la mitad para mostrar mejor su abdomen y minis que apenas cubrían la entrepierna.
Al igual que en su colección de Prada en Milán, realizada con su cohorte Raf Simons, mostró looks de cuero desteñido, entre los que destacan los blazers de cuero negro arrugado o las chaquetas western de cuero crudo desgastado, combinadas con faldas plisadas de cintura baja.
En un movimiento novedoso, Miuccia colaboró con la artista marroquí Meriem Bennani, presentando un vídeo proyectado en una serie de pantallas con forma de prismáticos, en el lateral de la pasarela circular dentro del modernista Palais d'Iena, en el distrito XVI. Como si el público fuera alguien que espía la mini película de moda de Bennani. Las imágenes de esta obra aparecieron incluso en la plataforma online de Miu Miu.
En un momento dado, los personajes femeninos discuten sobre cómo conseguir un lifting de trasero.
"¿Por qué se operan el trasero?", se pregunta una de ellas. "Se coge la grasa de los muslos y se inyecta en el derriere", responde su amiga. "Vale, ¡entonces es halal!", añade una tercera entre risas.
Aunque, francamente, era difícil entender la conexión entre el vídeo y la colección. O, incluso, la conexión que hace Miuccia, que desde hace mucho tiempo rechaza las interminables colaboraciones de otros diseñadores con artistas plásticos.
La semana pasada en Milán, una Signora Prada enmascarada se negó a hablar de su colección con los editores alegando miedo al Covid. Esta vez ni siquiera salió del backstage, algo poco habitual en una persona tan segura de sí misma.
En definitiva, una colección ingeniosa de reordenación artística, ideal para intelectuales sexys. Sin embargo, se sintió como una diseñadora que juega demasiado dentro de su propio juego. Definitivamente, no es un show vintage.
Copyright © 2024 FashionNetwork.com Todos los derechos reservados.
