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Pertegaz eterno, en el Museo del Traje

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EFE
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19 sept. 2014

Madrid - Manuel Pertegaz fue, en verdad, "un modista eterno", y así ha titulado El Museo del Traje en Madrid una pequeña exposición de diez trajes confeccionados por el maestro turolense que, hasta el 19 de octubre, convertirán una vitrina del museo en la síntesis de su arte, valorado hoy en todo el mundo.

Los diseños, creados por el sastre entre los años 40 -el más antiguo data de 1945- y 90, conforman un breve paseo por su obra pasada que, sin embargo, sirve para comprender la moda presente.

"Ese fue el gran logro de Pertegaz, hacer trajes imperecederos", ha explicado hoy a Efe Lorena Delgado, conservadora del museo.

Cartel de la exposición | Foto: Museo del Traje


Un vestido de novia de los años 80, con polisón en la parte trasera de la falda y flores de organza blancas y rojas en el busto, abre esta muestra de diez joyas escultóricas donadas por particulares a los fondos del museo que aún rezuman a través de sus telas las emociones que una vez sintieron sus afortunadas dueñas.

Manuel Pertegaz (1918-2014), quien falleció el pasado 30 de agosto, es uno de los nombres capitales de los anales de la moda española e internacional, "capaz de recoger las tendencias de cada época para estampar en ellas un sello muy personal en el que prima el detallismo y la perfección", afirma Lorena Delgado.

Por eso, los vestidos de noche y los atuendos diurnos que se exponen en la vitrina homenaje del Museo del Traje, a la que han titulado "Pertegaz, el modista eterno", son una exhibición de perfección técnica, de patrones impolutos y de artesanía pura.

Dos trajes de chaqueta y falda, uno de corte clásico en azul de los años 90 y otro marrón con voluminosas hombreras muy del estilo de su época, los años 80, flanquean en la muestra a varios vestidos de gala, entre los que destaca un mantón de flores de organza y un traje de alta costura fechado en 1965 que se presentó durante un desfile celebrado en ese año en la embajada española en Washington.

Un vestido con estampado "animal print" y otro de estética oriental componen parte de este recorrido "por la variabilidad de formas" que convirtió a Pertegaz en un visionario, en el sastre de las divas -vistió a Jacqueline Kennedy, Marina Berenson, Audrey Hepburn o Ava Gadner- y en el modisto de la burguesía española.

Tampoco la aristocracia y la realeza pudieron resistirse a su arte clásico, elegante y contenido. Una de sus últimas y más conocidas "conquistas" fue, precisamente, la Reina Letizia, a la que diseñó el que quizá sea su vestido más importante: el de novia.

Su nombre fue el que resonó con fuerza en la "maison" Dior a la muerte de su fundador, Christian Dior, aunque Pertegaz rechazó con sincero dolor tan atractiva propuesta. "Cuando me lo ofrecieron no dormía, rememoré mis comienzos, valoré lo que tenía y rechacé la oferta, no podía dejar a cien personas en la calle", explicó.

Pertegaz era un hombre que entendía muy bien a las mujeres, al menos cuando se trataba de vestirlas, y su admiración por las siluetas altas y esbeltas se tradujo en ciertas manías técnicas como esconder una franja de goma en el interior de sus vestidos "para ajustarlos bien al cuerpo", a pesar de que a algunas de sus clientas "les incomodara esta goma", relata la experta Lorena Delgado.

Manuel Pertegaz, el primer diseñador español en aterrizar en la Quinta Avenida de Nueva York, no resultó inmortal, como ningún hombre puede llegar a serlo, pero sí eterno, y estas diez creaciones en el Museo del Traje, que más bien podrían definirse como diez sueños cumplidos, prueban la trascendencia de esa aguja intemporal.

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