París - Elie Saab y Louis Vuitton vistieron a una mujer terrenal, activa y profesional, que lleva pijama, con unas colecciones prêt-à-porter otoño-invierno que invitaron a soñar en esta última jornada de la Semana de la Moda de París.

Elie Saab construyó trajes estructurados para el día, de falda de tubo con una cremallera que actúa como prolongación de la columna vertebral, boleros decididos e incluso corbata.

Las combinaciones bicolor, en un despiste, dejaron paso a muselinas en zonas estratégicas que endulzaron los modelos y conservaron la seriedad de la vida activa.

Un mono negro en crepé de satén con efluvios de transparencias en mangas y perneras abrió las puertas de la noche que avanzó sobre la pasarela con los bordados tan característicos del modisto libanés.

Los vestidos largos que le han dado la fama sobre las alfombras rojas vivirán un otoño-invierno 2013-2014 en turquesa, granate, lima, marino, blanco y negro.

Los encajes y brocados invadieron los vuelos o los corpiños y las líneas rectas atravesaron y delimitaron las prendas, en composiciones que retuvieron las ansias de alta costura del tul y el Georgette.

La teatral puesta en escena de Marc Jacobs para Louis Vuitton recreó en esta ocasión el pasillo de un hotel, con 50 puertas de las que salieron las modelos convertidas en clientas del establecimiento y descubiertas en la intimidad.

El modisto estadounidense jugó con un decorado que resulta familiar gracias al cine clásico de Hollywood, con un imaginario de intrigas y pasiones que convirtió los camisones en vestidos, los pijamas en trajes de chaqueta y pantalón y las batas en abrigos.

Pequeñas flores despuntaron en un desértico estampado de ropa de cama, el tartán de las mantas se construyó en largos chaquetones con destellos brillantes en sus bajos, los encajes delimitaron la caída de las faldas.

Una estética doméstica y cómoda que vivió la noche, no en la cama sino en el teatro, con plumas, lúrex y pieles en los lugares apropiados.

Si el principio sorprendió por lo espectacular de la escena, el final no desmereció: Kate Moss desfiló sobre la pasarela, ataviada con una peluca de pelo corto negro, antes de que Marc Jacobs saliera a saludar... en un pijama de seda rojo con estampado de flores.

Tras años centrada en explorar las posibilidades del cachemir, la firma Allude decidió abrir la pasarela al cuero en una colección otoño-invierno de faldas largas de tubo, pantalones de tiro bajo y mangas de hombros caídos.

"Ha llegado el momento de darle a mi material favorito una especie de pareja", aseguró a Efe la diseñadora Andrea Karg, quien destacó la componente lujosa de ambos.

Esta unión se concretó en un top con la parte delantera de piel y la trasera de lana o en una falda que intercalaba líneas verticales de cuero y cachemir.

El jaspeado en punto grueso construyó una voluminosa serie invernal, abrigada, con cinturones-bufanda alrededor de la cadera, mientras el cuero teñido de colores fuertes articuló pantalones de corte zanahoria, anchos por arriba y que se van cerrando hacia el tobillo.

"El aspecto urbano de la colección era muy importante para mí", confesó Karg, quien optó por el azul petróleo para imprimir este toque de ciudad bajo la lluvia.

Masha Ma viajó al jardín de invierno tomando como referencia la poesía de Juan Ramón Jiménez y el templo japonés de Ryoan-ji.

Ma insertó espejos que configuraban flores en los modelos, persiguiendo una simbiosis entre la mujer y el jardín, como sucede en el poema "Adolescencia", del premio nobel de literatura, según explicó la diseñadora tras el desfile.

La Semana de la Moda de París termina así, tras nueve días de aplausos y polémicas, con la mirada puesta en el futuro.