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30 mar. 2023
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Un viaje con Dior: la artesanía andaluza que sedujo a Maria Grazia Chiuri

Publicado el
30 mar. 2023

Un road trip por pequeños rincones del sur de España en furgonetas negras de cristales tintados y una misión: encontrar a los aliados perfectos, colaboradores de destrezas extraordinarias dispuestos a comprometerse en un proyecto secreto de altos vuelos. Lo que bien podría parecer el argumento de una superproducción de Hollywood con guiños neorrurales es, sin embargo, el punto de partida de la historia de amor de Dior con Sevilla. Una imponente iniciativa que comenzó varios meses antes del apoteósico desfile de la maison propiedad del grupo LVMH en la Plaza de España de la capital Hispalense, en julio del año pasado, y que no solo colocó a Andalucía en el ojo mediático y del turismo de lujo internacional; sino que reconoció el “savoir-faire” de los talleres españoles y los oficios artesanales a través de una colaboración única con la maison de moda francesa. 


Visita de Maria Grazia Chiuri a la Basílica de la Macarena en Sevilla - Dior




Los orígenes de esta increíble historia se remontan a una serie de misteriosas visitas a humildes talleres tradicionales de la directora creativa de Dior, Maria Grazia Chiuri, acompañada de todo su equipo. Sobre ellas y su posterior colaboración, los artesanos debían mantener todos los detalles a buen recaudo durante meses de intenso trabajo en secreto. La principal artífice del proyecto tenía las ideas claras durante el proceso de “scouting”: hacer viajar su colección Crucero 2023 a España con el primer gran show de una firma internacional en el país, pero inspirándose en su cultura y fraguando un vínculo con su artesanía para reconocer la importancia y el valor de la tradición.

“Gracias a la colección Crucero tengo la oportunidad de aprender más sobre las culturas de una forma mucho más profunda, lo que es muy estimulante. El aspecto más emblemático de Andalucía reside en el teatro y la fiesta. Es lo que más me ha impresionado de España, donde los rituales aún están presentes de una forma muy ligada al sentido de comunidad”, explica la diseñadora italiana al frente de la dirección creativa de la maison desde el año 2016, en un documental sobre su “profunda búsqueda de referencias” para el histórico desfile. “La vestimenta es una parte fundamental del ritual en la cultura andaluza”, añade la creadora sobre el halo de fuerza y misticismo que inspiró la propuesta a medio camino entre el legado de la maison y el folclore español.

Más allá de su carácter y diseño de lujo, las prendas, que nacieron de referencias al cine de Almodóvar, el cante jondo o la figura de la bailarina de flamenco Carmen Amaya (la primera mujer que vistió ropa de hombre en su oficio), presumen del valor único de haber logrado preservar e inmortalizar técnicas ancestrales y oficios artesanales amenazados de extinción: del bordado en hilos de oro a la confección de mantones de Manila, pasando por la guarnicionería.

Para entender cómo la maison emblema del lujo francés emprendió el improbable viaje de salir al rescate y a la revalorización de la tradición española, FashionNetwork.com emprende el viaje de retrazar los pasos de Maria Grazia Chiuri por las carreteras andaluzas, desde el misterioso primer encuentro con los artesanos, quienes por aquel entonces desconocían la identidad de su potencial y exigente cliente secreto, a las impresiones de los mismos varios meses después de haber rozado el cielo con la punta de los dedos. ¿Cómo ha vivido la artesanía española el “efecto Dior”?


El taller de cuero de Daniel López-Obrero - Dior / Cristina Gomez Ruiz



El cuero de la Calleja de las Flores (Córdoba)



Nuestra ruta comienza en las estrechas callejuelas del centro de Córdoba, a escasos pasos de la joya de la ciudad, la Mezquita-Catedral construida inicialmente en el año 784. En un entorno heredero de la fusión de culturas y religiones, y decorado con macetas de flores sobre las paredes, una casa tradicional de dos plantas alberga desde 1958 un taller tradicional dedicado al trabajo del cuero mediante técnicas artesanales de ornamentación y definición de volúmenes sobre la piel como el repujado o el guadamecil. 

Allí nos recibe un virtuoso del cuero, Daniel López-Obrero, quien regenta el taller fundado por su abuelo, un pintor cordobés que se exilió en Francia durante la Guerra Civil. “Nosotros hacemos de todo”, asegura con naturalidad citando la reciente decoración del interior de un castillo en la región del Loira. El anfitrión nos hace recorrer la casa convertida en taller, enseñando el patio interior de estilo andaluz que cautivó a Maria Grazia Chiuri durante la visita o mostrando las diferentes pieles de vacuno y cordero con las que trabajan, venidas de Palencia o Cataluña. Un cofre y varios bolsos interpretados por el artista romano Pietro Ruffo fueron el resultado de sus servicios a la maison francesa.

“El colaborar con marcas de lujo tiene una gran repercusión a largo plazo y nos ha abierto muchas puertas”, analiza el artesano, recordando una primera colaboración con la española Loewe en el año 2012. “Pero sin duda, la máxima visibilidad que hemos tenido ha sido gracias a Dior. Su gran exigencia ha provocado un enorme aprendizaje que solo se adquiere ante las dificultades”, asegura agradecido el representante de la tercera generación del taller, que en los últimos tiempos ha recibido la llamada de la diseñadora también cordobesa Juana Martin. 

No obstante, el artesano es consciente de las limitaciones de un taller tradicional y prefiere vivir el día a día bajo el ritmo de la creación manual con un pequeño equipo de artesanos. “No somos una gran empresa y es muy difícil encontrar a trabajadores que conozcan el oficio. Un taller como el nuestro no puede crecer mucho, pero es una forma de preservar nuestra esencia”, reivindica, destacando la buena acogida de sus productos de ornamentación y pequeña marroquinería entre los turistas internacionales que visitan su tienda de la Calleja de las Flores.


Bordados de Jesús Rosado - Dior / Cristina Gomez Ruiz



Los bordados de hilo de oro de Écija (Sevilla)



Segunda parada: Écija. Un municipio de 40 000 habitantes situado al este sevillano, conocido como la sartén de Andalucía por las altas temperaturas que puede llegar a registrar en los meses de verano. Un inmenso mantón que vestirá a una de las vírgenes de las procesiones de la próxima Semana Santa sevillana ocupa el espacio central del taller, con varias mujeres bordando minuciosamente sus detalles. Sus manos curtidas por largas horas de trabajo, se mueven creando una exquisita coreografía de agujas y dedales en la que el bordado tridimensional con hilo de oro, que solo es posible dominar mediante la experiencia y unos buenos alicates, parece un delicado juego de niños. A su alrededor, más mujeres ríen y bordan otras piezas únicas, ejecutando con maestría las dificultosas técnicas que han convertido al taller en una de las referencias principales del arte sacro andaluz. 

Apasionada de la iconografía de las “Madonne” (vírgenes, en italiano, ndr) y defensora del rol de las mujeres en la sociedad, Maria Grazia Chiuri se quedó prendada de la magia del taller, que acabó firmando los bordados dorados de la colección, tanto en prendas como una chaqueta peplum o en el emblemático bolso “Lady Dior”.

“Maria Grazia vino a vernos una por una, quería conocernos y saber más sobre la técnica del bordado y nuestro trabajo”, cuentan algunas de las 16 mujeres de todas las edades que trabajan en el atelier, emocionadas ante el reconocimiento de la labor artesanal tantas veces invisibilizada. La colaboración con la maison francesa, que supuso 11 meses de trabajo y necesitó organizar en dos el taller para poder seguir asumiendo los encargos habituales, significó un salto a la alta costura que “nunca antes habrían podido imaginar”.

El responsable de todo esto no es otro que Jesús Rosado, un emprendedor que dio sus primeros pasos en la costura a los 14 años, cuando empezó a aprender la técnica de las monjas en el convento de Las Filipensas hasta acabar cumpliendo el sueño de fundar su propio taller de bordado. “Sin hablar los dos castellano, Maria Grazia y yo dialogamos en el mismo idioma y sentimos el mismo respeto por el oficio. Con esta colección hemos crecido muchísimo y ha supuesto un impulso económico, pero también de formación personal y profesional”, asegura el artesano de personalidad arrolladora. 

Su sobrina, una joven también bordadora del taller, rápidamente se vio obligada a convertirse en responsable polifacética en la colaboración: de mantener largas cadenas de correos con los equipos de Dior, algo completamente nuevo para el taller, a gestionar las redes sociales, que multiplicaron sus seguidores tras el desfile. “Empezamos a recibir  llamadas de marcas y clientes, de Estados Unidos a Japón”, sonríe la joven sin esconder la sorpresa.

“Este proyecto nos ha hecho sentir que formábamos parte de algo muy grande. Ha sido un enorme reconocimiento de la artesanía. Cuando creas para el Vaticano, tu obra solo le importa a los católicos; cuando trabajas para Dior, tienes una ventana abierta, universal y trascendente”, concluye Jesús Rosado, enseñando algunas de las piezas de moda que el taller ha comenzado a crear tras la colaboración. “El arte sacro es nuestro núcleo, pero Dior nos ha hecho creer en nuestras capacidades de diversificación”, sonríe con orgullo.


Los mantones de Manila de Ángeles Espinar - Dior / Cristina Gomez Ruiz



Los mantones de Villamanrique de la Condesa (Sevilla)



“El otro día, una amiga que estaba de viaje me envió una foto en la que se veía la colección de Dior en el aeropuerto. ¡Mis toquillas habían llegado a Tailandia!”, exclama con incredulidad María José Espinar, la artesana al frente del taller especializado en el bordado de mantones de Manila, Ángeles Espinar.

Ubicado en el municipio de marismas Villamanrique de la Condesa, de tan solo 4500 habitantes, el atelier regentado por una madre y su hija desde hace 45 años esconde el secreto de la fabricación de una versátil prenda de flecos que no solo cubre a quien la luce sino que, inevitablemente, la envuelve de arte. Una pieza con nombre de capital filipina que “engloba la historia del comercio internacional”. Venida de China, pasó por México antes de llegar a España. “Es la pieza artesana más española que hay y con la mayor proyección internacional”, sonríe la artesana.

Ella representa la tercera generación de mujeres dedicadas al mantón. “Mi abuela fundó uno de los primeros talleres de bordado en Sevilla. En la década de los 70, cuando su esencia empezaba a perderse, mi madre se propuso reinventarlo y modernizarlo, para lo que enseñó y transmitió el oficio a muchas mujeres”, recuerda María José Espinar. En aquella época, las bordadoras del taller, que muchas veces trabajaban desde sus propias casas como un hábito cotidiano, se elevaban al centenar. A día de hoy, solo quedan 5 mujeres artesanas. “Ahora no hay relevo generacional y el bordado va a acabar perdiéndose”, lamenta la bordadora.

Razón de más para que Maria Grazia Chiuri quisiese recuperar del posible olvido la valiosa técnica artesanal. “Somos una familia humilde y le abrimos las puertas de nuestro hogar para enseñarle todo lo que hacemos. Le interesó especialmente el valor del trabajo de las mujeres y le impactó nuestro gran componente artesanal. ¡La única máquina que utilizamos en todo el proceso es la plancha!”, comenta con una sonrisa. La colaboración se tradujo en el desarrollo de una serie de toquillas bordadas con los dibujos diseñados por la maison. Desde el desfile, el atelier ha recibido encargos de lugares lejanos como Italia o Dubái.




El savoir faire de Javier Menacho - Dior / Cristina Gomez Ruiz



La guarnicionería de Castilblanco de los Arroyos (Sevilla)



Antes de proseguir el viaje, hacemos un alto en el camino en el precioso pueblo blanco de la Ruta de la Plata Castilblanco de los Arroyos. Nos recibe a la hora de la comida Javier Menacho, el anfitrión de nuestra visita a una antigua casa cuartel que a día de hoy acoge a ceramistas, pintores o pensionistas.

Autodidacta en el arte de la guarnicioneria, el artesano es una rara avis experta en técnicas de hace 200 años y que mezcla sus referencias del lujo refinado de Hermès o Moynat con su pasión por el universo ecuestre para la fabricación de sus piezas de cuero repujadas: de bolsos a elementos decorativos, pasando por cinturones y botas.

Un estilo que se respira en su taller, decorado con herramientas, sillas de montar o estampas religiosas entre las que destaca el patrón del municipio, San Benito. “Maria Grazia se fijó en la ‘concha’ de las monturas de caballos. Una costura atravesada que quiso aplicar al icónico ‘Saddle’. Nunca me había planteado que esa técnica se podía aplicar a un bolso”, comenta Menacho, recordando el revuelo causado en el pueblo a causa de la visita misteriosa de los equipos de Dior.

“En el pueblo querían tirarme de la lengua, pero no solté prenda”, asegura el artesano sobre la colaboración secreta durante meses y que le ha llevado a soñar con volar alto en la industria de la moda. Actualmente, sus creaciones de lujo que seducen a clientes extranjeros están disponibles a la venta en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla, que acogió a numerosos invitados al desfile.




Los sombreros de Fernández y Roche - Dior / Cristina Gomez Ruiz



Los sombreros de Salteras (Sevilla)



Cuando Stephen Jones, responsable de la sombrerería de Dior desde hace más de dos décadas, descubrió una fotografía del icono Jacqueline Kennedy junto a la Duquesa de Alba (la aristócrata que llegó a tener el mayor número de títulos nobiliarios en España) en la Feria de Abril de Sevilla en 1966, supo que los próximos sombreros de Dior deberían llevar la firma de Fernández y Roche.

Fundada en el año 1885, la empresa de 60 operarios asentada en Salteras presume de ser la única fábrica integral de sombreros que existe en España y que, además, vende a todo el mundo. Una amplia producción que abarca desde los sombreros del uniforme de Qatar Airways a las monteras de los toreros, pasando por la comunidad judía ortodoxa de Nueva York (que representa el 60 % de la facturación), los diseños de moda o modelos destinados a películas como “Indiana Jones” o “V de Vendetta”.

Una capacidad de producción profesionalizada a lo largo de los años y una versatilidad que llevaron a Dior a confiarles la fabricación de los sombreros de ala ancha andaluces y estilo Panamá rematados con cintas de la colección, firmados en sus etiquetas con los nombres de ambas firmas a modo de co-branding. “No dejan de ser los sombreros típicos sevillanos de ganadería”, reconoce el presidente de la empresa, Enrique Fernández, biznieto de José Fernández, fundador junto a Antonio Roche.

“El desfile ha supuesto nuestra mayor inversión de marketing hasta la fecha, ha supuesto un hito para la compañía. Dior lo contempló más como una colaboración conjunta que como un encargo. Nuestros trabajadores están muy orgullosos por el enorme reconocimiento y se les nota en el brillo de los ojos”, asegura el empresario al frente de la compañía que, al cierre de este ejercicio, prevé un crecimiento de su facturación del 50 %.




La orfebrería de las joyas customizadas de Pedro Ramos Espinosa - Dior / Cristina Gomez Ruiz



La orfebrería de La Rinconada (Sevilla)



Anochece y nuestro viaje concluye en un polígono industrial de La Rinconada, en el margen izquierdo del Guadalquivir. En la nave del orfebre Pedro Ramos Espinosa no parece que la jornada haya concluido. Cinco artesanos siguen a pleno rendimiento, cincelando, fundiendo y ultimando los detalles de piezas plateadas de arte sacro como porta cirios o varales de pasos de palio de Semana Santa.

Especializado en artículos religiosos, el taller de orfebrería aplicó por primera vez su savoir faire a la elaboración de delicadas piezas de bisutería para la firma francesa. “Dior nos ha abierto a un nuevo mundo creativo, ha supuesto una bocanada de aire fresco y lanzado nuestro trabajo a otra dimensión”, afirma Pedro Ramos Espinosa, responsable de haber continuado con el taller familiar fundado por su padre en 1977.

“Al final, lo que Dior buscaba era algo muy similar a la ornamentación de flores de arte sacro. Nuestro taller se diferencia de otros por el diseño. Que Maria Grazia se fijara en nuestro trabajo ha supuesto que nos haya tocado una varita mágica”, asegura con una inmensa sonrisa subrayando que la alianza ha permitido “afianzar una larga trayectoria de trabajo” y ampliar el catálogo de pedidos a joyas, tiaras o réplicas de museos.

El empresario, que presume de “ser más conocido por haber colaborado con Dior que por su trabajo durante décadas”, lleva con gran orgullo el hecho de haber conseguido comprar la nave en la que ahora trabajan después de años en un taller alquilado. Un importante paso para su negocio, impulsado por un desfile que a muchos parece haber cambiado la vida.

¿El fin del efecto Dior?



No obstante, cuando aún no se ha cumplido un año del monumental espectáculo ante 900 invitados en el espacio sevillano diseñado por el arquitecto Aníbal González en 1929, la moda sigue su frenético ritmo y Dior pone, en esta ocasión, rumbo a India donde organiza un nuevo desfile este jueves 30 de marzo. Un cambio de aires que marca la entrada en una etapa que la maison renueva cada año.

¿Queda ya atrás su idilio español? Todo parece indicar lo contrario, que esto no es más que el principio. Y todos los entrevistados para este reportaje coinciden en que en sus trayectorias hay un “antes y un después” del “efecto Dior”. Un duro y exigente trabajo que les ha valido un reconocimiento que tantas veces parece alejado de las manos curtidas de los artesanos.

“Trabajar con Dior ha sido la mejor experiencia de mi vida. Ya no me siento perdido, he aprendido a valorarme y me ha dado el coraje y las ganas para seguir haciendo moda. Si el teléfono volviera a sonar, no dudaría ni un segundo en lanzarme de nuevo a esta aventura”, decía con los ojos llorosos Jesús Rosado por la mañana, cuando enseñaba las piezas de la última chaqueta que su taller confeccionaba para la casa francesa.

Cuando las luces de los talleres se apagan, acaba nuestra intensa ruta y el mundo de la moda ya ha puesto la mirada en otra capital, ni Sevilla ni los artesanos que un día trabajaron para la maison Dior olvidan la magia… por mucho que todo haya parecido una increíble película.


 

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