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Una exposición reúne prendas de la antigua Rusia rural que marcan tendencia

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EFE
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7 feb. 2011

Bricio Segovia

Moscú, 5 feb (EFE).- Decenas de vestidos, botas y fulares de la Rusia rural del siglo XIX se exponen en Moscú, donde los "fashionistas" los han adaptado a los nuevos tiempos para crear un estilo: el "campesino chic".

Bajo el nombre "El arte del bordado en Rusia. Del siglo XIX al siglo XXI", la exclusiva galería Zurab Tsereteli muestra hasta el próximo 13 de marzo la progresión de estas tradicionales prendas, características por sus bordados, que los diseñadores rusos han sabido incorporar en sus propuestas más recientes.

"Rusia va a contracorriente. Si las mujeres salen, se ponen tacones, y si van a hacer deporte, se los ponen igual. Nuestros antepasados llevaban 'válenki' ¿Por qué no seguir la tradición?", dijo Olga Chernikova, diseñadora de estas tradicionales botas de felpa rusas, que aportó parte del variopinto material expuesto.

Durante siglos, las campesinas protegían sus pies de los inclementes inviernos rusos con un par de "válenki" hechas a mano que compartían entre toda la familia debido a su elevado coste.




La exposición recoge muestras de este tradicional calzado en todos los colores imaginables, sobre el que se realizaban bordados relacionados con el ámbito rural, principalmente flores y animales.

Con la llegada de la "perestroika", los rusos apartaron su mirada de las rústicas "válenki" para centrarla en la amplia oferta que por primera vez llegaba de Occidente a la hermética Unión Soviética.

El 25 por ciento de las fábricas de este calzado cerró y los "valiálschiki", quienes hacían las "válenki", tuvieron que cambiar de oficio.

Ahora, cada vez son más las rusas que en invierno abandonan sus vertiginosos "stilettos" para enfundarse unas "válenki", que en su adaptación a las nuevas tendencias combinan la felpa con sofisticados materiales y elaborados bordados.

"Pongo todo mi empeño y pasión para convertir de nuevo las 'válenki' en un artículo de moda", señaló Chernikova.

La esencia del "campesino chic" radica en los diseños "oversize" de los vestidos que, en algodones y lanas, combinan colores vivos con estampados en "jaquard" o grecas, cenefas con aires retro que se convirtieron en el elemento rey de suéteres y complementos en la presente temporada otoño-invierno.

Los que ahora se consideran meros símbolos decorativos, antaño tenían un significado propio, y se utilizaban para procurar la felicidad y encontrar un punto de unión entre el hombre y los elementos.

Así, se creía que un bordado rojo sobre un tejido blanco alejaba los malos espíritus y una cadena de rombos potenciaba la fertilidad.

Del mismo modo, un sólo rombo simulaba el fuego y una línea recta horizontal, la tierra; si a ésta se le daba una forma ondulada, simbolizaba el agua.

Las mujeres solían tener presentes estas representaciones sobre todo en los actos sagrados, como en bodas y bautizos, donde cada una de las prendas estaba cargada de una fuerte simbología cifrada que hoy ha caído en el olvido.

Otra de las prendas protagonistas de la exposición son los fulares, con los que las campesinas se cubrían los hombros o la cabeza, según conviniera.

Por su antigüedad de uso, el fular se suele asociar en la sociedad rusa a la figura de la "bábushka" o abuela.

Sin embargo, éste es hoy complemento indispensable incluso para las mujeres más jóvenes, quienes siguen llevando un fular sobre la cabeza, perfectamente combinado con voluminosos abrigos de pieles y, por supuesto, con sus recuperadas y cuidadas "válenki". EFE

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