Traducido por
Diana León Banda
Publicado el
1 oct. 2018
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Veinte leguas bajo el mar con Thom Browne

Traducido por
Diana León Banda
Publicado el
1 oct. 2018

Thom Browne sumergió en aguas profundas a los asistentes de su desfile este domingo con un universo fantástico, al mismo tiempo maravilloso y perturbador. Para su colección femenina Primavera-Verano 2019, la firma del diseñador norteamericano, que viene de ser adquirida por el grupo italiano Ermenegildo Zegna, tuvo como punto de partida su vestuario masculino presentado en junio pasado.


La sirena imaginada por Thom Browne - PixelFormula

 
En el ambiente se respiraba un aire entre extravagante e infantil, como en su colección masculina, con una serie de colores pastel, telas Vichy y de rayas gruesas, al igual que diseños de ballenas, anclas y pequeños botes.
Los diseños se desintegraron los patchworks, trabajados con diferentes telas superpuestas o cosidos en conjunto en prendas cargadas de lentejuelas, bordados, perlas y conchitas.

Por otro lado, casi todas las modelos tuvieron la boca tapada con unas hojas doradas o el rostro cubierto por máscaras aterradoras. Además de los frutos gigantes que se elevaban como tocados de ciertas modelos, como las cerezas, piñas o sandías, lo que contribuía al ambiente inquietante.

En la gran sala del club de tenis de París, Thom Browne instaló una playa de arena fina con sus respectivas cabinas en madera con rayas blancas y azules y sus salvavidas. Una decoración que el diseñador invadió con extrañas criaturas marinas.


Los límites de movimiento de Thom Browne - PixelFormula


La estrella de mar, bordada en perlas en tonos rosa, se invita y se multiplica sobre una túnica transparente. Las bermudas y chaquetas se cubren de plumas blancas en un espíritu de pelícano. Una sirena con un vestido completamente cubierto de escamas de lentejuelas doradas ve desaparecer sus manos en una espuma de tul que cae hasta el piso.

Flores submarinas invaden una chaqueta ajustada al cuerpo y unas largas lianas atrapan los brazos de una de las modelos. También aparece en escena un corsé que aprisiona el torso y los brazos, y donde las manos se transforman en pinzas gigantes de langosta.

En otras de las maniquíes, las prendas se ajustan al cuerpo con lazos, como si estuvieran a punto de asfixiarlas. Una especie de camisa de fuerza,  que tiene aplicaciones de hojas en tela y donde las mangas en seda se prolongan hasta hacerse un nudo en la espalda, impide todo movimiento. ¿Una rebelión de vestuario o un pequeño toque bondage en Alicia en el País de las Maravillas?

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