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6 oct. 2009
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Chanel conquista París con un prêt-à-porter de lujo rústico y absoluto

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EFE
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6 oct. 2009

París, 6 oct (EFE).- Del rústico granero de un suntuoso castillo, ideado por Karl Lagerfeld para Chanel, a la exótica cabaña de una lejana civilización ocupada por el aristócrata Jean-Charles de Castelbajac hay un paso, que el prêt-à-porter dio hoy en la presentación de la primavera-verano 2010 de París.


Chanel - primavera-verano 2010 / Foto: Pixel Formula

Chanel convocó a sus invitados en torno a un granero y algunas montañas de heno, elemento clave en este desfile clausurado con una "boda" a tres y un feliz revolcón final sobre ese elemento acogedor, al mejor estilo de "Vicky, Cristina Barcelona", el filme de Woody Allen, aunque ambientado en otra época y en otro espacio.

Lo corroboraron en todo momento el color de vestidos y trajes de chaqueta, casi siempre cortos y voluminosos, que se llevan sobre zuecos de enorme tacón y terminados con ribetes sin costuras, muy a tono con esas montañas de paja no industrializadas.

En ausencia del beige, predominante en sus más variadas gamas y texturas, a menudo adornado con bordados y motivos dorados, completaban la idea algunos estampados campestres, a rayas o a cuadros, y algunos conjuntos bordados de flores azules y rojas sobre ganchillo blanco.


El desfile de Chanel en París para la colección primavera-verano 2010 / Foto: Pixel Formula

"¡Qué bello homenaje a la exposición del Miriñaque del Museo Galliera!", comentó la especialista en moda española Lola Gavarron, al ver las numerosas faldas ahuecadas, levemente acampanadas, siempre por encima de las rodillas, que vestían las maniquíes.

Sólo unos pocos modelos, muy vaporosos, eran largos, en tules transparentes, materia prima que otras veces fue utilizada como etéreo chal, para acompañar modelos cortos de elegancia máxima.

Bajo la cúpula acristalada del Grand Palais de París hubo también pantalones, muy anchos y largos, casi faldas; ajustadísimos pitillo; o piratas hasta por debajo de las rodillas.

El desfilé incluía una minicolección masculina, vendida en exclusiva en la rue Cambon, sede de la firma, que causó sensación, entre otras prendas con chaquetas de tweed bordadas con pasamanerías de oro.

El ambiente recreado por Lagerfeld entre el público estaba en plena armonía con su colección, y los bancos de asientos fueron tapizados con tela de saco aparentemente sucia y gastada por el tiempo, y colocados sobre un suelo de madera cubierto de paja.

La inspiración había venido, según confirmaron a Efe fuentes de la firma, de la reina María Antonieta (1755-1793), esposa de Luis XVI, y de su recientemente restaurado Petit Trianon, en Versalles.

El amor por la naturaleza y por la equitación de Mademoiselle Coco (1883-1971), fundadora de Chanel, desempeñaron igualmente un papel principal.

De ahí los árboles y guirnaldas florales, la tierra, el forraje y la hierba, que servían de telón de fondo en esta pasarela que no era tal, sino un verdadero escenario con espectáculo musical incluido.

Muy aplaudido, como todo el desfile, el concierto lo protagonizó la cantante Lilli Allen, imagen de la línea de complementos Chanel para este otoño-invierno, surgida unos instantes del subsuelo con su grupo.

Pese a lo rústico, era evidente que allí se celebraba una gran fiesta, sin duda una boda, a juzgar por la escena final, aunque en este caso había dos novias para un sólo príncipe.

Ya en el Carrousel del Louvre, Jean-Charles de Castelbajac recurrió también a un elemento arquitectónico estructural como telón de fondo, aquí de corte más tradicional en todos los sentidos, a juego esta vez con sus vestidos-máscara de rafia, aparecidos hacia el final del desfile.

Entre tanto, su reino fue el de piratas y mujeres con chaquetas de estilo militar bordadas sobre faldas cortas a trapecio y calcetines altos blancos, rojos, azules o negros, sujetos siempre por ligueros "ad-hoc", y sofisticados zapatos de altísimo tacón.

La asistencia contempló minifaldas de rafia acampanadas, vestidos cortos con gruesas rayas rojas o negras o azules y blancas, con bordados de lentejuelas multicolores, o con grandes retratos frontales.

Todo ello al ritmo atronador de Ebony Bones, quien hizo vibrar con su orquesta, en el sentido más literal del término, la sala Le Nôtre del Carrousel del Louvre.

En otro extremo de la ciudad, frente al Sena, en la Fundación Mona Bismarck, continuaban hoy los fastos inaugurales de la exposición sobre el ajuar de María José de Saboya, la "reina de mayo" que en 1946, reinó en Italia durante ese mes primavera, junto a su esposo el rey Humberto.

Lola Loscos

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