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Eva Gracia Morales
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7 jun. 2018
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Max Mara, el Gigante Silencioso, habla

Traducido por
Eva Gracia Morales
Publicado el
7 jun. 2018

En Italia llaman a Max Mara el Gigante Silencioso. Es una de esas extrañas casas de moda que logran combinar el éxito de crítica y el crecimiento comercial. Una compañía de 1 558 000 millones de euros que todavía está en manos de los descendientes del fundador, Achille Maramotti, un claro ejemplo de la famiglia italiana.


Luigi Maramotti Foto: FashionNetwork.com/ Godfrey Deeny - Foto: FashionNetwork.com/ Godfrey Deeny


Una familia, además, legendaria por su discreción y su reserva. Una que se enorgullece de crear una empresa creativa que estimula el empleo a largo plazo y que cuenta con 4 700 empleados en todo el mundo, especialmente en Reggio Emilia, la antigua ciudad romana que es hoy una bella y tranquila localidad situada en el centro de la zona norte de Italia. 

La noche del martes, Max Mara celebró su primer desfile en su ciudad natal, origen de los famosos quesos Parmigiano-Reggiano. De hecho, a los locales se les conoce como los Reggiani.

Una colección inspirada por las obras de arte que colgaban de los muros del justamente afamado museo de arte contemporáneo Collezione Maramotti. El fundador de la casa, Achille Maramotti, tenía un buen ojo, ejercitado poco a poco, y un instinto visceral, que se nota en una increíble colección que incluye trabajos de leyendas modernas como Francis Bacon, Cy Twombly, Eric Fischl, Jean-Michel Basquiat, Julian Schnabel, Alex Katz, Jörg Immendorff, Gerhard Richter, Anselm Kiefer, Georg Baselitz y los italianos like Enzo Cucchi, Francesco Clemente and Claudio Parmiggiani.

Y, por una vez, el CEO de la empresa e hijo de Achille, Luigi Maramotti, accedió a sentarse para una entrevista en el interior de la antigua oficina de su padre. Después de que Achille falleciera, sus hijos Luigi, Ignazio y Ludovica heredaron la empresa. Luigi habla un inglés excelente, resultado de haber sido vendedor a los 19 años en Estados Unidos para Evan Picone, antes de regresar seis años después para establecer Max Mara en Norteamérica.

Nos encontramos en lo que un día fue una zona de fabricación y que hoy es una zona del museo de arte. Lo que iba a ser una charla de 10 minutos se convirtió en una conversación de 30 en la que Luigi explicó por qué la compañía solamente ha desarrollado sus propias marcas (que hoy suman 23) y nunca ha comprado una firma externa; por qué no le gusta el mercado de valores y cómo cree que deberían gestionarse las firmas de moda. 
 

Max Mara Cruise 2019 - Photo: Max Mara

 
FashionNetwork.com: ¿Por qué han celebrado este desfile crucero?

Luigi Maramotti: Yo no lo decidí. Yo estaba en contra. Siempre me he negado a celebrar un desfile en este lugar por muchas razones. Pero esta vez no pude decir que no a esta oportunidad para los equipos creativos. Ellos conocen este lugar muy bien y a veces vienen aquí en busca de inspiración. Desarollaron la idea de un Crucero basado en pintores italianos de los años 60 conectados con el Arte Povera; había una conexión fuerte con los colores y las formas y no pude decir que no. Normalmente estoy en contra de mezclar moda y arte cuando no es algo riguroso. Pero en esta ocasión era un tributo real.

F.N.: Esta región, como muchas otras de Italia, ha pasado por dificultades en la última década. ¿Por qué vosotros habéis prosperado en un momento tan difícil?

L.M.: Creo que en los momentos difíciles salen a la superficie los valores auténticos, por lo que las marcas que tienen una herencia y una cultura real están mejor posicionadas para hablar con los consumidores. Las historias que cuentan son reales, no inventadas. Como este edificio, el sitio donde empezamos. Es parte de nuestra historia. Cuando caminas por las salas de las colecciones permanentes aún puedes encontrar las marcas de las máquinas de coser que un día estuvieron aquí.  Los edificios tienen memoria y, aunque no sepas por qué, cuando estás en un edificio que tiene una historia así, emocionalmente es más fuerte. Así que sí, esta región tiene una gran tradición. Aquí, por ejemplo, en el siglo XVI tenían gusanos de seda y fabricaban telas e hilos. Pero después, por alguna razón, todo aquello desapareció.
 
F.N.: ¿Lo que vendéis es saber hacer italiano?

L.M.: Yo, personalmente, soy bastante crítico con la etiqueta de Made in Italy, pues soy un individualista y creo en la creatividad y en que está conectada a las personas. Y las redes de individuos no son necesariamente asuntos nacionales. Además, en nuestra compañía tenemos más de 100 nacionalidades diferentes de todo el mundo, muchas vienen aquí y pasan tiempo en esta ciudad para trabajar con los archivos. La creatividad no tiene bandera.

F.N.: Aunque vuestra marca es bastante clásica, vuestra colección de arte es moderna y con frecuencia apoyáis a artistas jóvenes. ¿Por qué?

L.M.: Trabajamos con arquitectos con talento o artistas, como en el premio Max Mara para artistas jóvenes, del que estamos muy orgullosos. Pero el sistema de estrellas está muy alejado de nuestros valores. Cuando alguien se convierte en estrella y es un canal de marketing, para nosotros es negativo. Porque va en contra de nuestra idea de hacer un producto que tenga vida por sí mismo. Si lo que se busca es que la gente compre un abrigo simplemente porque quiere imitar a la persona que lo lleva, entonces hay algo, desde nuestro punto de vista, que no funciona. No estoy juzgando que haya empresas que tengan ese objetivo, pero ser honesto contigo mismo es muy importante.

F.N.: ¿Sigue siendo Max Mara vuestra marca principal?

L.M.: Probablemente aporta el 60% de nuestros ingresos, pero todas están vinculadas a nuestros conocimientos. El desglose entre la venta al por mayor y nuestros propios puntos de venta no es relevante. Hay solamente buenas y malas ejecuciones. Ese es el modo en que lo vemos. Las recetas, en la moda, son muy peligrosas. Como empresa solo hemos desarrollado nuestras propias firmas, como Marina Rinaldi, el nombre de la abuela de mi abuela. Ella fue una mujer que vivió en el siglo XIX siendo viuda, que se mantuvo a sí misma siendo costurera y ese es el origen de nuestra historia.

F.N.: ¿Por qué no comprar otra empresa?

L.M.: Nunca digas nunca, pero parece que no es nuestra preferencia. No somos puros vendedores, estamos más interesados en desarrollar nuestras propias ideas. Hay quienes son muy buenos resucitando marcas, pero nosotros no.


Hombre comiendo un muslo de pollo (1952) - Francis Bacon - Photo:Collezione Maramotti/ Godfrey Deeny


F.N.: ¿Cómo construyó tu padre la colección de arte?

L.M.: Comenzó a finales de los años 30 a tener algo de dinero. Hay una gran anécdota sobre una tarde, a mediados de los 60 en Milán, en la que, en un evento, se le ofreció una pintura de Bacon, que a él siempre le había encantado. Y esa pieza le gustó mucho, pero tuvo que decidir entre la obra y una máquina cortadora, y eligió la máquina. Ahora mismo, supongo que ese Bacon podría servir para comprar varias empresas. Sin embargo, esa historia viene a decirnos que tienes que mantener el foco, aunque finalmente, más tarde, compró un Bacon.

Para mí, estar en la moda es como ser un antropólogo o un explorador. Romper nuevas fronteras. Por eso la gente en moda siempre está interesada en dialogar con el arte. Porque los artistas saben antes que los diseñadores qué va a venir después. Y ambos están muy cerca. Otra mucha gente llega más tarde. Todo esto emocionaba a mi padre y él quiso comprar y colgar obras de arte en este edificio, pues sentía que así la gente que trabaja en moda comprendía este diálogo. No estaba montando simplemente una galería.

F.N.: ¿Cómo te ha influido América?

L.M.: En 1986, cuando volví para comenzar con Max Mara en Estados Unidos, Nueva York era muy duro. Y ahí crece una cuestión, la de que incluso aunque la ciudad sea complicada y con mucha criminalidad, la energía era increíblemente genial, incluso aunque no tuvieras mucho dinero. ¡Y podías vivir en Manhattan!
 
F.N.: ¿Volveréis alguna vez al mercado de valores?

L.M.: No soy un gran fan. Si trabajas en este campo y realmente quieres ser libre para perseguir tus objetivos y ser una empresa creativa, es mejor que las decisiones se centren en eso. Y el mercado de valores es muy exigente en términos de estrategias a corto plazo y resultados. Hay demasiada volatilidad, por lo que no es lo ideal para lo que hacemos nosotros.

F.N.: ¿Qué planes tienes para tu sucesión en Max Mara?
  
L.M.: Somos muchas manos en la empresa. Este es un negocio fascinante si te gusta eso. Por lo tanto, si miembros de nuestra familia muestran interés y determinación, siempre hay un hueco. Yo creo que las empresas familiares tienen un valor añadido; si das una vuelta por la historia italiana y paseas por los talleres de los grandes pintores verás que se transfiere de padres a hijos la cultura, el conocimiento, la habilidad y la motivación de quienes trabajan en el negocio, que desarrollan muchas tareas.
 

Max Mara Cruise 2019 - Photo: Max Mara


Graduado por la cercana Universidad de Parma, Luigi vive en una villa en la colina que corona Reggio Emilia; está casado y tiene tres hijos con una mujer que es experta en el filósofo político francés Alexis de Toqueville. 

F.N.: Cuando no estás trabajando, ¿qué haces en tus vacaciones?

L.M.: Mis últimas vacaciones fueron en Ascoli Piceno, en las montañas, donde hubo un terremoto. Escalé para ver esta ciudad que nadie conoce. Deberías ir. Antes, fui al desierto de Alaska a esquiar. Y uno de mis mejores viajes fue una luna de miel tardía hace 35 años conduciendo por la costa de Irlanda, Cork, Dingle y Connemara. No es una elección muy popular, pero ofrece colores, luces y una gente estupendos.

Me gusta estar en sitios en los que me escape de todo esto. El problema que tenemos en la moda es el ritmo. Y no podemos cambiar eso, pero si diriges una compañía deberías tener la sabiduría de mirar con distancia y ver las tendencias que serán importantes más allá de la colección resort de 2019. Yo creo que los seres humanos, hoy, tienen un problema con la superficialidad. En general, en nuestro mundo, hemos estado muy abiertos a los cambios demasiado rápidos. Pero ahora el cambio se ha convertido en el catalejo. No sabes hacia dónde te diriges, ni en la política ni en el ecosistema.

Si eres un empresario, eres político en el sentido más puro. Estás haciendo cosas políticas todos los días. Tienes una responsabilidad política, Por lo que cambiar tu punto de observación es vital. Esa es la razón por la que a veces siento la necesidad de estar físicamente en lugares muy lejanos.
 
F.N.: ¿Qué otras firmas de moda admiras?

L.M.: Aquellas compañías en las que alguien encarna los valores que se convierten en herencia, como las de los diseñadores franceses de los 70 y 80. Lo que ellos hicieron era muy honesto, muy original e influyente. Fue un periodo muy feliz donde había diseñadores muy creativos y una capacidad de tener éxito, como ocurrió con Yohji, Issey, Comme e incluso, antes, Kenzo
 
F.N.: ¿Cuál es tu visión de la actual situación política en Italia, que parece caótica para mucha gente desde fuera?
 
L.M.: Bueno, en Italia hablamos mucho. Así que prefiero ver a la gente hacer cosas, no decir que van a hacerlas. Por tanto, veamos qué hace realmente este gobierno.

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